sábado, 14 de enero de 2012

Una historia real, hace unos meses...

EN MI PROPIA CARNE

Salgo del Metro corriendo como acostumbramos hacer en Madrid. Subo las escaleras andando para no perder el siguiente Metro porque tengo calculado los tiempos (2 minutos de diferencia). Veo una fila inmensa de negros y latinoamericanos con rasgos de indígenas. Avanzo unos metros más y veo policías colocados estratégicamente. Veo que quienes iban delante de mí pasan por el control sin problemas (eran blancos) y a mí me para la policía:

-“Documentación, caballero”. Me disculpo y le pregunto si es un control para todos o si sólo es para negros y latinoamericanos.

-“No, es un control para extranjeros” (me contesta el policía, un poco sorprendido por mi atrevimiento).

“¿Y cómo sabe usted que no soy español de nacimiento o nacionalizado?”

“Porque usted cumple determinadas características que hace que sea sospechoso de ser extranjero” (se aumenta su enfado en los ojos).

-“O sea, a ver si le entiendo bien: usted me pide la documentación porque soy negro. Eso es racismo, ¿no? Mire, hace dos días me identifiqué ante un compañero suyo,”

-“Era yo?”, me corta la conversacion, pero que muy enfadado.

-“Era un policía como usted”, le contesté, visiblemente muy molesto. “A mí me da igual quién me pida la documentación. Todos los policías forman parte de un mismo cuerpo. O es que cada uno hace lo que le da la gana”.

-“Yo no le he pedido nunca la documentación. Así que le pido por favor se identifique”.

-“Si usted me da un recibo de que me he identificado, yo le enseño mi carnet. Si no, prefiero identificarme en la comisaría y poner una reclamación. Yo no puedo identificarme todos los días ante la policía. No soy un delincuente. No estamos en guerra, señor”.

-“¿Se niega usted a identificarse? Es una falta de desobediencia a la autoridad”.

-Yo no me niego a identificarme. Sólo le pido un justificante. O es que a usted le parece lógico que se me pida el DNI dos veces en tres días seguidos, en un mismo sitio, a la misma hora, sin que yo haya cometido ningún delito. España es un país de derechos, ¿no?

-“Caballero, vamos a tranquilizarnos. Yo estoy haciendo mi trabajo”.

-“Yo no tengo nada contra usted porque sé que está cumpliendo órdenes. Pero entienda que yo no puedo identificarme todos los días con una sonrisa, sobre todo porque veo que me pide la documentación por el simple hecho de ser negro. Por eso quiero que me detenga y me denuncie por desobediencia a la autoridad, para poder denunciarle a usted por control racista y que decida el juez”.

-Como quiera usted. Pero que sepa que este no es un control racista.

-“Ya. Pero si yo fuera blanco y rubio y sin residencia legal en España, usted no me pediría la documentación”. Mire, están pasando blancos y usted no les pide la documentación. ¿Y pretende que yo me crea que este no es control racista?”, le dije casi gritando para que me oyeran los viajantes que iban apurados para no perder el Metro (como hacemos todos en Madrid).

-“Yo cumplo órdenes, caballero”, me contestó muy molesto.

- “¿Aunque sean órdenes segregacionistas?”

-“Pero, cree usted que no tengo nada mejor que hacer a las once de la noche, y que vengo a molestarle cuando sale de su trabajo cansado?”

-“Yo no tengo nada contra Usted. Simplemente le pregunto por qué pide la documentación a negros y latinoamericanos, y a los blancos les deja pasar. ¿A usted no le parece raro?”

“Usted, solo, no va a cambiar nada. Si yo le entiendo. ¿O crees que me siento a gusto soportando sus acusaciones? Si quiere cambiar algo, tendrá que acudir a las ONGs. Igual consigue cambiar algo. Pero déjeme realizar mi trabajo”.

Más de 45 minutos le estuve razonando a los dos agentes que me detuvieron por segunda vez en tres días y en el mismo sitio, en Metro Madrid. He de reconocer que el trato de la policía fue exquisito, incluso cuando me mandaron desnudarme para cachearme en uno de los lavabos del suburbano madrileño.

-“No podemos llevarle a la Comisaría si no le cacheamos antes. Además, piensa usted que le llevaremos esposado”.

-“Yo doy la talla, señor. Y no tengo nada qué esconder” (le contesté con mi humor conocido por muchos de vosotros).

Durante el cacheo toparon con mi documentación y no quisieron llevarme a la Comisaría. Repito que el trato de estos policías, al menos conmigo, fue muy exquisito, al margen de algunos enfados por parte de ambos porque la situación era subliminar y un poco estresante. Soy consciente que no eran ellos quienes habían tomado la decisión de realizar estos controles, sino el Ministerio del Interior, o sea el gobierno, que entonces era socialista.
Es la historia, un día en su vida,  de un compañero, trabajó en Salamanca con nosotros y muchos lo conoceis, y tras el ERE del 2009 se marchó a Madrid a buscarse las habichuelas...
Su delito no es que sea de color, es "negro" pero BRILLANTE...