martes, 8 de octubre de 2013

La dispensa de Cospedal

La dispensa de Cospedal

La presidenta de Castilla-La Mancha no oculta su ultracatolicismo militante. Militante, porque como practicante deja un poco que desear. Tiene problemas, pequeñas contradicciones con el catecismo que defiende. Se casó, se divorció, volvió a casarse con un divorciado y en el intervalo fue madre soltera recurriendo a la reproducción asistida. Todos pecados gordos según sus creencias. 

Pero esta es la grandeza de la religión católica: Puedes pecar y pecar contra lo que predicas y luego, con tres avemarías y un padrenuestro, vuelves a poner el marcador a cero. 

Mientras tanto nada te impide ser inflexible con la moral y la libertad ajenas e incluso legislar para prohibir o sancionar los supuestos pecados de los otros. De la misma forma, los que se comporten como buenos católicos apostólicos y pre-conciliares, aunque sean los denostados funcionarios, serán recompensados. La Junta de Cospedal envió un correo a los trabajadores explicándoles que si asistían a misa, se les beneficiaría con hora y media de dispensa laboral remunerada. 

Está feo ésto tratándose, como se trata, de un estado aconfesional y de una comunidad que ni siquiera cubre (o lo hace muy tarde y mal) las bajas de dichos funcionarios. Pero además es discriminatorio porque, digo yo, los que pertenecen a otros credos o son ateos ¿no serán compensados de otra forma? A lo mejor la señora Cospedal tiene grandes ideas para conseguir que su funcionariado corresponda a esa marca España, como dios manda, que tanto le pone a la presidenta. 

Podría, por ejemplo, ofrecerles que fueran recuperando los moscosos y canosos cumpliendo una serie de requisitos. Detalles como llevar la peineta durante el horario de trabajo o rezar el rosario en el rato del bocata. Y sobre todo añadir a los permisos para misas, licencias pagadas para ir a los toros. Así conseguiría un cuerpo de élite formado en los baluartes del nacional-catolicismo. La sempiterna charanga y pandereta que tan virtuosamente bien saben tocar los de su casta. 


Ana Cuevas